En la entrada anterior, desglosamos el comportamiento de «atención excesiva» en los adolescentes como el primer signo de su necesidad insatisfecha de pertenencia y reconocimiento. Identificamos cómo este anhelo de ser vistos y valorados puede llevar a los jóvenes a actuar de maneras que claman por una atención que no han recibido.
Continuamos nuestro recorrido por el desarrollo adolescente, y tras haber explorado la atención excesiva como una llamada de ayuda en busca de pertenencia y valor, nos adentramos ahora en la siguiente capa de esta compleja dinámica: el «poder mal dirigido«. Es crucial recordar que, sin una intervención adecuada durante la etapa de «atención excesiva», los jóvenes son susceptibles a caer en comportamientos que reflejan un poder mal dirigido.
Este segundo capítulo de nuestra serie revelará cómo la lucha por la autonomía y la influencia puede desviar a los jóvenes hacia acciones desafiantes. Al comprender estos actos como esfuerzos por afirmarse y dejar huella, podemos guiar mejor a los jóvenes en su camino hacia un sentido de influencia positiva y constructiva.
Identificación de comportamientos
Sin embargo, a veces, en su intento por hacerse oír, los adolescentes pueden exhibir lo que llamamos «poder mal dirigido». Esto se manifiesta en actitudes desafiantes, confrontaciones innecesarias, y en la necesidad de llevar la contraria. Pueden parecer rebeldes sin causa, pero detrás de ese desafío suele haber una búsqueda de afirmación personal.
En esta etapa, los adolescentes pueden sentirse amenazados o desafiados, lo que les lleva a adoptar comportamientos de poder mal dirigido como una forma de establecer su territorio y autonomía. Los intentos de los adultos por obligarles a actuar o por exigirles que demuestren su razón a menudo resultan en una resistencia aún mayor. Es esencial que en lugar de forzar la conformidad, ofrezcamos alternativas y rutinas que les permitan ejercer su independencia dentro de un marco de seguridad y respeto. Facilitarles la oportunidad de colaborar y contribuir puede ayudarles a canalizar su necesidad de poder de una manera que afirme su valor y pertenencia.
Emociones subyacentes
Este comportamiento muchas veces esconde un profundo deseo de impactar y de sentirse significativos. No es solo querer mandar por mandar, sino la necesidad de confirmar que sus opiniones y acciones cuentan, que son valiosos para su grupo, ya sea familia o amigos.
Estrategias para padres
Ante esto, es importante que como padres, proporcionemos espacios donde puedan ejercer su autonomía de forma segura y positiva. Esto significa darles responsabilidades adecuadas a su edad, ofrecer opciones y permitirles tomar decisiones propias, siempre bajo nuestra orientación y apoyo. Por ejemplo, podemos invitarlos a que colaboren en las decisiones familiares, como la planificación de las comidas o las actividades del fin de semana, reconociendo sus aportes y respetando sus elecciones cuando sea posible. Asimismo, fomentar su participación en actividades extracurriculares donde puedan liderar proyectos o equipos les dará una salida constructiva para su energía y les enseñará el valor de la cooperación y el liderazgo positivo.
Comprender el poder mal dirigido nos permite ver más allá de la rebeldía, identificando una necesidad de influencia y reconocimiento en los adolescentes. Al guiarlos hacia formas de expresión más positivas, les ayudamos a encontrar un equilibrio entre la independencia y la interdependencia. En nuestra próxima entrada, profundizaremos en el comportamiento de ‘venganza’, un tema delicado que emerge cuando se sienten heridos o incomprendidos.
Exploraremos cómo este comportamiento puede ser redirigido hacia la resolución constructiva de conflictos y la curación emocional, asegurando que los adolescentes no solo encuentren su lugar en el mundo, sino que también aprendan a manejar sus emociones de manera saludable.