En las entradas anteriores, primero abordamos cómo la atención excesiva puede ser un grito de ayuda por parte de los adolescentes que buscan pertenecer y ser valorados. Después, examinamos el poder mal dirigido como una manifestación de la lucha por la autonomía cuando esos llamados no son atendidos. Ahora, nos enfrentamos a un terreno aún más delicado.

Continuamos nuestro recorrido por el desarrollo adolescente con la venganza, el tercer comportamiento problemático que surge cuando no se atienden las necesidades emocionales previas. Este impulso, que surge de heridas no atendidas y de la búsqueda de justicia propia, es el foco de nuestra tercera entrega. Al comprender que cada acto de venganza es en realidad un espejo de un dolor más profundo, empezamos a ver la importancia de abordar no solo las acciones, sino también las emociones subyacentes que los jóvenes intentan navegar.

En el complejo mundo emocional de los adolescentes, la decepción y el sentimiento de inutilidad pueden conducir a un comportamiento vengativo. Frente a esto, los castigos y las recriminaciones suelen ser contraproducentes, exacerbando la sensación de injusticia que el joven ya siente. La clave está en validar esos sentimientos, no en justificar el comportamiento. Es nuestro deber como adultos guiar a los jóvenes a través del entendimiento y el apoyo, a buscar heridas reales que necesitan ser sanadas y a encontrar vías más constructivas para lidiar con el dolor.

Identificación de comportamientos

La venganza puede manifestarse en actos de rebeldía, como desafíos directos a la autoridad, o más sutilmente a través de la indiferencia y el alejamiento. Estos comportamientos son a menudo un intento de devolver el daño que sienten, un intento de equilibrar la balanza emocional que perciben como inclinada en su contra.

Emociones subyacentes

Detrás de cada acto de venganza hay una herida emocional. Los adolescentes suelen sentirse heridos, menospreciados o traicionados, y su respuesta es un reflejo de ese dolor. No buscan lastimar por lastimar, sino que intentan comunicar su sufrimiento de la única manera que creen que serán escuchados.

Estrategias para padres

Como padres, nuestro papel no es solo corregir, sino también entender y validar esos sentimientos sin justificar las acciones dañinas. Es crucial ofrecer un espacio para hablar, para que el adolescente se sienta escuchado y comprendido. Promover la empatía, mostrando cómo sus acciones afectan a los demás, y enseñar la resolución de conflictos a través del diálogo y la negociación. Esto es clave para ayudarles a dejar atrás la venganza como recurso. Darles ejemplos de cómo afrontar las adversidades de manera positiva les enseñará estrategias de afrontamiento más saludables.

Al entender la venganza como una respuesta a un dolor no resuelto, podemos comenzar a romper el ciclo de heridas y represalias. Es un camino hacia la empatía y la curación emocional que los adolescentes necesitan emprender, con el apoyo de los adultos en sus vidas. En nuestra próxima entrada, exploraremos la ineptitud asumida, el último comportamiento de esta serie, donde los jóvenes se enfrentan a sentimientos de falta de valía y desesperanza. Veremos cómo este estado puede ser un grito silencioso por ayuda y cómo podemos, como cuidadores, enseñarles a reconstruir su autoestima y a tomar las riendas de su vida emocional y social.

Este sitio web utiliza cookies para que usted tenga la mejor experiencia de usuario. Si continúa navegando está dando su consentimiento para la aceptación de las mencionadas cookies y la aceptación de nuestra política de cookies, pinche el enlace para mayor información.plugin cookies

ACEPTAR
Aviso de cookies